sábado, 30 de marzo de 2013

«Hasta un 45% de niños testigos de violencia familiar tiene problemas psicológicos serios»

«Un menor llega a odiar a su padre maltratador de su madre sólo cuando toma conciencia del problema; antes el miedo puede al odio»
 
CONCEPCIÓN LÓPEZ SOLER Profesora de Psicopatología Infantil y jefa de la unidad hospitalaria de Psicología Pediátrica de Murcia
Eduardo GARCÍA

-¿Un niño testigo de malos tratos de su padre hacia su madre está marcado para siempre?

-Es una experiencia muy dura. Se sorprendería de lo espeluznante de las narraciones de estos niños. El problema es que aunque la pareja se separe, los niños siguen viviendo en un entorno muy complicado, sobre todo si se mantiene el régimen de visitas.

-Manipulación.

-Eso es. Es una presión a veces insostenible. El padre manipula porque en muchos casos no acepta que sea él el culpable del sufrimiento de la familia. Es frecuente el mensaje de «si tu madre quisiera, yo volvería a estar con vosotros».

Concepción López Soler es profesora de Psicopatología Infantil en la Universidad de Murcia y jefa de la unidad de Psicología Pediátrica del Hospital murciano Virgen de Arrixaca. Estuvo estos días en Oviedo participando en el XI Congreso Internacional de Infancia Maltratada, presentando con su equipo varias ponencias de la Asociación Querer Crecer.

-¿Cómo afecta el maltrato familiar?

-Hasta un 45% de los niños que nosotros tratamos y que han pasado por esas situaciones de violencia de género presenta sintomatología clínicamente significativa.

-¿Como por ejemplo?

-Ansiedad, casi en un 40%, y tristeza. El estrés postraumático es un trastorno de ansiedad muy frecuente, niños que no pueden quitarse de la cabeza determinadas imágenes, pequeños que viven en permanente estado de alerta y que hacen lo imposible por evitar acordarse de determinadas experiencias. Está ligado a un buen número de fugas de menores, puro intento de evasión.

-¿Se puede salir de eso?

-Hay patologías que se hacen crónicas y que pueden durar años y años, con síntomas como sobresalto continuo, pesadillas o insomnio. Niños que empiezan a ver el mundo como una permanente amenaza. La única manera de superar eso es restituirles condiciones de vida estables, cálidas y protectoras, que es algo que no tiene que ver con darles todo lo que pidan.

-¿A qué edad se puede diagnosticar un trastorno de este tipo?

-A una edad muy temprana, a los 3 o 4 años. En esa etapa anterior a la Primaria, hasta los 6 años, un educador atento puede detectar anomalías.

-¿De qué perfil infantil hablamos?

-Pues del niño que está en permanente retraimiento, que se encoge como para defenderse cuando se le acerca un adulto, que no se atreve a pedir las cosas o que llora por cualquier motivo. Son síntomas, lo que no quiere decir necesariamente que ese niño esté viviendo una situación traumática en casa.

-¿Un niño puede llegar a odiar a su padre si maltrata a su madre?

-Sólo cuando toman conciencia de lo que realmente está pasando. Y en ese momento muchos optan por no querer ni verlo. Pero el problema de los niños pequeños es terrible porque quieren a su madre y a su padre, y de alguna manera se les obliga a ponerse de parte de alguien. Ahí radica el núcleo de la cuestión. En los niños el miedo puede al odio. Hay que ponerse en su lugar, niños de muy corta edad que se meten debajo de la cama para no ser testigos de la violencia.

-Nos referimos a violencia física.

-Nos referimos a todo tipo de violencia familiar, incluso con ellos como víctimas. Las meras discusiones en una pareja con los hijos como testigos dejan huella. A los dos minutos la pareja puede haber superado esa comunicación hostil y agresiva, que, por cierto, es muy frecuente, pero a los niños entre 5 y 12 años les afecta porque lo viven como un riesgo.

-¿Un riesgo a qué?

-A la seguridad que todos buscamos y que en el caso de los niños depende de la tranquilidad que emane de su padre y de su madre.

-¿Y en la adolescencia?

-Es significativo el número de adolescentes que canalizan la agresividad contra su madre maltratada.

-Parece un contrasentido.

-A ella le tienen menos miedo, es a la que tienen más cerca. Los chicos buscan un ideal de familia unida y lo que encuentran es una madre con miedo y con dificultades para sacar a su familia adelante. Es una situación muy frustrante. En ese contexto, el adolescente varón acepta mal la autoridad de la madre, es como si se identificara con el padre maltratador.

-¿Y tiene más posibilidad de ser él maltratador en el futuro?

-No necesariamente. Un tercio de los maltratados acaba siendo maltratador. De dónde salen los otros dos tercios hay que preguntarse.

-Y las adolescentes, ¿cómo reaccionan?

-Reaccionan con ira. Ira hacia la madre, pero también hacia el padre.

-El que bien te quiere te hará llorar, que dice el refrán.

-Que cosa más estúpida. Un cachete para que espabile un poco puede ser algo perfectamente superable, pero el correazo no se olvida. Vemos en nuestras consultas a niños pequeños que han asumido que se merecen que su padre les azote, a veces con una violencia que va unida a un ritual aterrador. Y un niño de 6 años no puede hacer nada tan malo como para que merezca una paliza. No podemos olvidar que un menor aterrado por la violencia familiar va a sufrir las consecuencias toda su vida.

-¿La violencia se puede volver algo cotidiano? ¿Se puede llegar a banalizar, por frecuente, esa violencia?

-El mayor sufrimiento que puede padecer un niño es que el padre o la madre, las dos personas más importantes de su vida, lo maltrate. Es una violencia que le va a generar un retrato deforme de lo que son la familia, el amor, el respeto. La familia convertida en una celda.

-Sorprende en las encuestas la cantidad de adolescentes que aceptan posiciones machistas de sus novios o amigos.

-Es verdad, chicas que están orgullosas de que sus parejas tengan celos o que asuman eso de que si no tienes sexo conmigo es que no me quieres. El mundo está lleno de ejemplos de violencia como ésa del marido cuando le dice a la mujer en público cosas como «cállate, tonta, que no sabes lo que dices».

-¿Eso es maltrato?

-Eso puede ser un indicador de maltrato. La pregunta es ¿ese hombre hablaría así, en los mismos términos humillantes, a un amigo? Estas cosas se dan de forma cotidiana y todo el mundo mira a otro lado porque el objetivo es no meterse en la vida de la pareja. Hay mujeres que viven en un permanente estado de hiperactivación y dicen eso de que yo ya sé lo que tengo que hacer y qué decir según venga mi marido de humor.