La custodia compartida impuesta por vía judicial, sin acuerdo de los
progenitores, ignora de forma deliberada los problemas a los que se enfrentan
los menores cuando sus padres se separan de forma conflictiva. Y esto no es una
interpretación: es un hecho contrastado.
¿Qué factores han
provocado que el principio del interés superior del menor se haya visto relegado
en los divorcios contenciosos?
En primer lugar, habría que
hablar del afán igualitario que lleva a imponer una situación de falsa igualdad
aun partiendo de una situación de desigualdad previa manifiesta y demostrada,
sin que haya habido un reparto equitativo en el cumplimiento de las obligaciones
concernientes a la educación y el cuidado de los hijos con anterioridad a la
separación. Lo que es más grave: en algunos juzgados, la omisión de pruebas que
demuestran la falta de corresponsabilidad previa, como por ejemplo los
incumplimientos reiterados de los regímenes de visitas o los impagos voluntarios
de pensiones de alimentos, se ha convertido en un hábito. Los antecedentes no
importan: sólo importa la igualdad de derechos de los progenitores desde el
momento de la separación. Las consecuencias, las conocemos: menores mal
atendidos, menores en manos de terceros, menores solos.......
Como
consecuencia directa del anterior factor, obtenemos el siguiente: la
priorización de los intereses de los adultos por encima del interés superior del
menor. Especial relevancia están teniendo los intereses económicos que giran en
torno a este tema; cuántas custodias compartidas se están solicitando para
evitar el pago de pensiones de alimentos o para forzar el reparto del que fuera
el domicilio familiar. Tristemente, este afán económico se enmascara con el
deseo repentino de cuidar a los hijos aun cuando, en muchos casos, no existe tal
deseo ni ha existido nunca.
Tampoco podemos olvidar el colapso de los
juzgados, en gran parte debido a la avalancha de solicitudes de modificación de
medidas, que lleva a juicios demasiado breves, en los que no se estudian
debidamente los casos, en los que se obvian las pruebas y las circunstancias que
rodean el caso, con pruebas psicosociales muy superficiales y realizadas por
personal sin la preparación suficiente. Por no hablar de la coacción a la que
están sometiendo a muchas madres en las sesiones de mediación, en las pruebas
psicosociales y en ocasiones hasta en el propio juicio para que pacten una
custodia compartida aun sabiendo que va a ser perjudicial para sus hijos.
¿Quiénes están pagando principalmente la falta de medios, imparcialidad y
preparación de los juzgados? Como no podía ser de otra forma, la parte más
débil: los menores. Las consecuencias están siendo nefastas.
Otro factor
importante a tener en cuenta es la falta de formación de los equipos
psicosociales y del personal del propio juzgado. Es fundamental que cuenten con
formación en psicología evolutiva, ya que las necesidades físicas, emocionales y
relacionales de los menores, varían enormemente en función de la etapa de
desarrollo en que se encuentren. Pero tristemente, los informes de los equipos
psicosociales y las sentencias por las que se impone la custodia compartida,
denotan una ignorancia brutal acerca de las necesidades de los menores en sus
distintas etapas evolutivas. Cambios diarios, semanales, mensuales: criterios
arbitrarios que atentan contra los principios más básicos de psicología infantil
y que están causando daños graves en la estabilidad emocional de los menores. En
muchos casos, se están rompiendo los vínculos de apego de forma tan desgarradora
y colocando a los menores en una situación de tal inestabilidad, que los daños
psicológicos serán irreparables y persistirán en la vida adulta.
Pero en
algunos casos, el factor causante es mucho más primario y sobradamente conocido
a lo largo de la historia: los reductos de machismo que persisten en algunos
juzgados, con personajes tan retrógrados como el juez Serrano, dando apoyo a las
asociaciones neomachistas de padres separados. Su discurso falaz y victimista,
protegido y fomentado por estos personajes de la judicatura, defensores del
patriarcado más rancio, lo conocemos de sobra: todas las madres en proceso de
separación buscan única y exclusivamente el máximo beneficio económico; todas
las madres recurren a la denuncia falsa de un proceso de maltrato, todas las
mujeres son malas, feminazis, aprovechadas, subvencionadas, vividoras, vagas y
un largo etcétera....y ellos son las víctimas. Entre tanta misoginia, ¿dónde
queda el interés del menor? No sabemos.
Que los hijos necesitan contar en
sus vidas con la presencia de su padre y de su madre, cada uno de ellos con una
función psicobiológica concreta y diferenciada, está claro. Pero los
inconvenientes de la imposición de la custodia compartida también son muy
claros: obliga a partir (que no compartir) a un menor entre dos progenitores que
no han sido capaces de entenderse ni antes ni después de la separación. ¿Las
consecuencias? Muy claras también: cambios constantes de entorno para los
menores, con la consiguiente sensación de desubicación e inseguridad, criterios
educacionales contradictorios, que provocan ansiedad y agresividad, ruptura
repentina de los vínculos de apego provocando graves desequilibrios emocionales,
problemas de los menores para respetar las rutinas y las normas, incomunicación
entre progenitores y entre el menor y el progenitor con el que no conviven en
ese periodo...y un largo etcétera.
Ya es hora de que se empiece a
visibilizar a los menores y a priorizar sus necesidades y su protección,
poniendo encima de la mesa las graves consecuencias negativas que la imposición
de esta medida, por mucho que se quieran esconder, tiene para ellos.
Fdo. Marcos López Garrido
Miembro de la Asociación
Custodia en Positivo