Ante el revuelo nacional e internacional que ha suscitado el caso Rubiales, nuestra reflexión es agridulce.
Es evidente que como sociedad debemos denunciar y corregir todo tipo de violencia machista y un beso no consentido en un claro abuso de poder supone una agresión.
Estamos del todo de acuerdo en que debemos tener tolerancia cero ante cualquier violencia pero nos sorprende la desproporción de la respuesta mediática e institucional en relación a otro tipo de violencias más graves.
Las mujeres nos enfrentamos en nuestra vida cotidiana y laboral a multitud de actos machistas que es necesario visibilizar y combatir pero finalmente se trata de micromachismos frente a macromachismos constantes y crecientes como son los feminicidios, los arrancamientos de niñas y niños de sus madres con custodias a favor de abusadores sexuales y maltratadores, la aplicación del falso sap en las instituciones públicas y la imposicion de la custodia compartida, silenciar a las madres que objetan con amenazas y castigos ejemplares, algunas castigadas brutalmente con penas de cárcel y con retirada de patria potestad de sus hijas e hijos en manos de maltratadores, y un largo etcétera de casos similares, que son muertes en vida para las mujeres y sus hijas e hijos.
La contundente respuesta de gobierno, ministerio de igualdad, la ONU y otras instancias públicas ante el caso Rubiales en contraste con la ineficacia y la mirada lateral ante estas otras agresiones más graves demuestran que lo único que les importa es la imagen que dan, una actitud de lavada de cara internacional, cuando las mujeres vivimos en la violencia machista, castigadas por la violencia institucional al pedir protección para nosotras y nuestros hijos.
La violencia institucional, que no es negligencia, ni falta de formación, sino una actuación deliberada por parte de nuestras instituciones, especialmente en el orden judicial, no sólo no se combate desde el gobierno sino que se permite.
Sorprende la batería de acciones e implicación del ministerio de igualdad y del gobierno en el caso del beso robado y ello da la muestra de que cuando quieren lo hacen, por lo que se evidencia nuevamente la falta de voluntad politica en corregir las situaciones graves de violencia machista. ¿Por que no denuncian a los jueces que desprotegen a las mujeres y las niñas y niños, víctimas infinitamente más vulnerables y abandonadas? ¿Por que no inician acciones legislativas como modificar el código civil para que no pueda darse una custodia compartida sin acuerdo entre las partes, o una ley contra el uso del falso sap, o regulaciones contra la violencia institucional machista? Todo ello es un abuso de poder extremadamente más grande que un beso no consentido por un superior.
No valen las palabras. Estamos cansadas de discursos pasa manos. Son las demostraciones de los hechos de un gobierno inoperante al que sólo le preocupa su imagen.
Y que decir del activismo feminista que saca pecho de este triunfo social. El movimiento feminista ¿no echa de menos manifestarse con la misma contundencia frente a las violencias machistas de mayor envergadura? Tan valientes y satisfechas, nadie les quita el mérito de que es un logro feminista, pero se conforman con bien poco.
Dicen que por algo hay que empezar... pero ante ese conformismo, que indica un claro postureo, sería más coherente una respuesta contundente ante un asesinato de una mujer o una compartida impuesta que ya ascienden casi a la mitad de las separaciones contenciosas con la violencia machista que esconde.
La actitud del movimiento feminista es decepcionante. Tiene pendiente una autocritica que no parece que haya intención de hacerla.
Las mujeres de esta organizacion somos feministas porque defendemos a la mujer, venimos de vuelta y no nos tragamos los discursos intencionados sobre la coresponsabilidad y otros engaños, y seguimos denunciando la tortura que sufren las mujeres españolas y sus hijas e hijos, esperando que en algún momento estas víctimas sean escuchadas y su daño reparado.