viernes, 12 de noviembre de 2010

No a la custodia compartida impuesta: "El régimen de custodia compartida sólo puede obtenerse cuando ambos progenitores estén de acuerdo"

Themis celebra un curso sobre "Procesos de familia y Custodia compartida". Altamira Gonzalo, explica la postura de la asociación.

Madrid, 11 nov (10). AmecoPress. "Las organizaciones de mujeres hemos apostado y seguimos apostando por la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos e hijas, por que aspiramos a una sociedad más igualitaria donde también el reparto de las cargas familiares sea una realidad para hombres y mujeres. Por eso, ante los casos de separación y divorcio entendemos que la custodia hacia los y las menores debe desarrollarse siempre de forma responsable, y que el régimen de custodia compartida sólo puede obtenerse cuando ambos progenitores estén de acuerdo". Esa es la postura que la Asociación de Mujeres Juristas (Themis) argumentará en el Curso Monográfico "Procesos de familia. Custodia compartida", que celebra hoy en Madrid.

Altamira Gonzalo, que ha llevado a cabo una de las ponencias de la jornada, en la que ha desarrollado un análisis crítico del actual sistema de la custodia compartida, incluyendo las polémicas leyes de Aragón y Cataluña, ha explicado que "la custodia compartida es muy compleja, obliga a los progenitores a mantener una intensa comunicación, a los niños y niñas a residir en domicilios diferentes y todo esto es delicado de llevar a cabo y sólo es posible cuando hay acuerdo. Si no hay acuerdo, este proceso está destinado al fracaso"

El Curso que Themis ha llevado a cabo forma parte de las actividades de formación que la asociación viene desarrollando, y tiene como objetivo intercambiar y avanzar en el conocimiento de los procesos de familia y sus diferentes vertientes, incluyendo la polémica custodia compartida.

El neomachismo se viste de progresismo

"Las reivindicaciones de la custodia compartida provienen de lo que nosotras llamamos representantes del "neomachismo", son una minoría, casi todos padres separados, pero que tienen eco en los medios de comunicación porque plantean la custodia compartida desde la perspectiva de igualdad y el progresismo", asegura Altamira.

Sin embargo, para la letrada es claro que las reivindicaciones de este movimiento, que comenzó en los EE.UU., responden a intereses que nada tienen que ver con la igualdad. "La custodia compartida es un arma que se utiliza para reducir pensiones, para evitar que las mujeres y los hijos e hijas tengan el domicilio familiar, es un arma de presión en la negociación de los divorcios, saben que las mujeres, por sus hijos, van a aceptar todo", dice esta especialista, socia de Themis.

En el curso se profundiza sobre el conocimiento de las medidas económicas y personales adoptadas en los procedimientos de de rupturas matrimoniales y de pareja: pensiones, uso domicilio familiar, patria potestad, guarda y custodia, régimen de comunicaciones y visitas, etc.

Uno de los aspectos incluidos en la intervención de Altamira es "la especial incidencia de la custodia compartida y otras medidas en supuestos de violencia de género. Las leyes prevén que "no se puede atribuir la custodia compartida en caos en los que hay malos tratos", indica la abogada y cita especialmente el artículo 92.7 del Código Civil. Aunque también, amplía que la nueva y polémica Ley de Aragón, "incluye que en caso de que haya sentencia que fuera absolutoria, se revise el caso"

viernes, 5 de noviembre de 2010

CUSTODIA CON PARTIDA (artículo de Miguel Lorente Acosta)

¿Qué prefiere, la paz o la guerra?, ¿el bien o el mal?... Los planteamientos generales y abstractos suelen quedar bien como materia de reflexión, pero pueden conducir a una respuesta errónea respecto a la realidad que abarcan al obviar los elementos que la configuran, y, con frecuencia, a justificar conductas en sentido contrario. Así, bajo los argumentos anteriores hay quien ha utilizado la guerra para buscar la paz pretendida o quien ha recurrido a acciones injustas o ilegales para conseguir un bien teórico.

      La custodia compartida es la solución idónea para que las parejas separadas puedan mantener una relación más fluida y cercana con sus hijos e hijas, no hay duda. El problema no está en el concepto, sino en cómo se aplica y cómo se materializa en la práctica, y en ver si esa decisión supone un beneficio para los menores o una ventaja para alguno de los progenitores. Una ruptura de pareja ya implica un conflicto previo que puede reducirse, mantenerse o agravarse a raíz de la separación, y parte de esa continuidad o prolongación con frecuencia gira alrededor de los elementos comunes que persisten tras la distancia. Si un padre y una madre no se ponen de acuerdo sobre la custodia de "lo que más quieren", mal asunto; achacar que esa falta de entendimiento se debe sistemáticamente a las mujeres vuelve a ser una atribución causal interesada, como lo hacen cuando hablan del síndrome de alienación parental (SAP) y de las interferencias de las madres, además de no ajustarse a la realidad.

      Las encuestas que se han hecho muestran cómo las mujeres están más a favor de la custodia compartida que los hombres (92,1% frente al 87,9%), e indican que el conflicto sobre la custodia se reduce a un porcentaje mínimo de casos, puesto que la mayoría de las separaciones se resuelven de manera amistosa en lo que se refiere a la custodia de los menores, bien sea por medio de la fórmula de compartir la custodia o bien que ésta quede a cargo de uno de los progenitores de mutuo acuerdo. Es cierto que suele ser la madre, pero tal y como muestran las resoluciones judiciales, no se les otorga a ellas por ser mujeres, sino porque así lo deciden los cónyuges o porque se demuestra que son quienes han estado a cargo del cuidado de los hijos e hijas, renunciando a sus trabajos (más del 94% de las personas que piden una excedencia, abandonan el trabajo o solicitan una jornada reducida por cuidados familiares son mujeres) y a su tiempo libre.

      La custodia compartida es más idílica que idónea, y difícilmente será eficaz sin la voluntad del padre y la madre. Cualquier decisión en contra de esta realidad se parecerá más a una decisión salomónica que justa, y conllevará el sacrificio equitativo de los hijos e hijas para satisfacer a quien impone un reparto similar, que nada tiene que ver con la igualdad. La igualdad, como ninguno de los Derechos Humanos, no se impone por decreto; se puede regular y proteger, pero no imponer, lo mismo que la paternidad y la maternidad, que deben exigirse sobre su ejercicio basado en el cuidado y en los afectos, más allá de la referencia biológica.

      Esa es la verdadera reivindicación que deben hacer los hombres, como ya la han hecho muchos de ellos que ejercen la paternidad con responsabilidad antes de la separación. Reivindicar la custodia compartida como forma de reclamar la paternidad es un error, deben cambiar el orden y ejercer la paternidad para luego obtener la custodia compartida en caso de ruptura, algo que será consecuente con su comportamiento previo y que contará con el consenso de sus parejas, tal y como se observa en la mayoría de las separaciones. Lo contrario genera dudas y hasta sospechas. Unas dudas que aumentan cuando se presenta una situación puntual como si se tratara de lo general (la mayoría de las decisiones sobre la custodia se deciden de mutuo acuerdo), y cuando son las asociaciones de hombres más críticas con la igualdad las que la reclaman, paradójicamente, en nombre de la igualdad.

      No deja de ser curioso que las mismas asociaciones que hablan de denuncias falsas como algo habitual, de la existencia del síndrome de alienación parental, de la violencia de las mujeres hacia los hombres en proporción similar a la que ellos ejercen sobre ellas, o que presentan la Ley Integral o las medidas que promocionan la igualdad como un ataque a los hombres, sean las que exigen la imposición de la custodia compartida. Ante esta situación la pregunta es sencilla, ¿si se ha demostrado que las denuncias falsas, el SAP, la violencia de las mujeres y las críticas a la Igualdad no son ciertas en los términos que ellos las presentan, por qué va a ser cierto su planteamiento sobre la custodia compartida?

      Hay quienes están jugando una partida con la custodia, y para ello muestran unas cartas manipuladas que hablan de igualdad, al tiempo que esconden otras bajo manga para evitar que se reflexione y que se encuentren soluciones a los problemas verdaderos que hay detrás de todas estas situaciones. Nadie los niega, pero la solución ha de ser compartida, no impuesta.

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      miércoles, 3 de noviembre de 2010

      LA CUSTODIA COMPARTIDA NO PUEDE IMPONERSE (artículo de Lidia Falcón de 3/11/2010)

      Repartir por igual entre los padres separados el tiempo que deben tener a sus hijos perjudica a éstos

      Durante la larga lucha que libramos en defensa de los derechos de la mujer, las feministas pensamos que cada nueva reforma legal y cada modificación de la conducta social era un avance irreversible en el progreso de nuestro país y en la igualdad entre los sexos. Ingenuamente no abrigamos ninguna duda sobre la irretroactividad de las derrotas que el machismo iba sumando. Por ello no imaginamos las astucias y estrategias con que nos iban a perseguir las organizaciones de hombres que siguen siendo irreductibles contra el feminismo. Astucias enormemente ingeniosas, entre las que se cuenta la reivindicación de la custodia compartida de los hijos menores en los casos de divorcio. Una reclamación insólita en un país en el que, según todas las estadísticas, la mayoría de los padres siguen sin responsabilizarse del cuidado de los niños y a los que acometen repentinamente unos irreprimibles impulsos de limpiar bebés, cocinar para ellos y atenderlos de noche en cuanto la madre plantea el divorcio.

      La estrategia de reclamar que el hijo esté el mismo tiempo con el padre que con la madre, mediante el invento de que el niño se traslade periódicamente de un domicilio a otro para vivir la mitad de la semana o la mitad del mes con uno y la otra mitad con la otra, con la excusa de sentir un ataque amoroso hacia el menor nunca vivido hasta entonces, ha tenido muy rentables consecuencias para los maridos divorciados. En primer lugar se eliminan, o se reducen sensiblemente, las pensiones alimenticias de los hijos que debían pagarse a la esposa, ya que son alimentados por cada progenitor en la misma proporción de tiempo que pasan con cada uno. En segundo, y no de menos importancia, se está consiguiendo que se le exija a la mujer la división de los bienes comunes, en particular del domicilio conyugal, cuyo uso exclusivo antes se concedía por ir anejo a la custodia de los hijos, y se le adjudique al padre o se venda. En definitiva, los hombres de este jaez han convertido en un negocio la reclamación de la custodia compartida.

      Pero lo más grave, que ahonda la injusticia, es que los legisladores de diversas comunidades -Aragón ha sido la primera, seguida de Catalunya y Valencia- han aprobado códigos de familia que establecen obligatoriamente la custodia compartida, incluso en los casos en que los progenitores están embarcados en una guerra sin cuartel y uno de ellos o los dos se oponen a esta medida. Por supuesto, en esta estrategia lo que no tiene importancia alguna es el bienestar del niño. Niños que viven en continuo traslado de domicilio y de habitación y que no consideran suyo más que la mochila en la que acarrean de una casa a la otra sus pequeñas pertenencias. Que se ven alejados media semana o medio mes de sus amigos, de su barrio, de todo aquello que les es familiar, para tener que adoptar otros sustitutivos durante el tiempo que están ausentes de su casa. Niños que, situados en el epicentro del maelstrom que han desencadenado sus padres, reciben sistemáticamente las presiones y las calumnias e insultos de uno u otro cónyuge contra el rival, cuyas diferencias ideológicas, culturales, de carácter, de comportamiento, han motivado precisamente la separación, puesto que si los progenitores son tan comprensivos y parecidos en gustos, no suelen separarse; y si lo hacen llegan ellos mismos a acuerdos menos lesivos para sus hijos, por lo que no hace falta imponérselos por orden judicial.

      Esta perversa dinámica establecida por los legisladores y aprobada entusiásticamente por los jueces y fiscales se está imponiendo incluso a aquellas mujeres maltratadas y a sus hijos. En cumplimiento del criterio cada vez más extendido de que ya la igualdad ha nivelado la situación de ambos sexos, se impone el reparto idéntico del tiempo de convivencia del menor y de los bienes entre padre y madre, y cualquier oposición de la mujer a estas sentencias salomónicas, incluso aunque se trate de una víctima de maltrato, se pena con sucesivas denuncias, juicios de faltas, multas, e incluso la pérdida de la custodia y del régimen de visitas, situación que se está repitiendo en diversos casos.

      Ha sido inútil que la Federación de Mujeres Juristas de Catalunya presentara ante el Parlament y la Generalitat un documentado informe sobre la custodia compartida, explicando ponderadamente los perniciosos efectos que tal medida tiene sobre los menores, para impedir que se aprobara en la nueva redacción del Codi de Familia. Los sabios legisladores -y también sabias legisladoras- conocen mejor que nadie, mejor que las madres, y por supuesto que las feministas que llevamos medio siglo trabajando los temas de la mujer, lo que conviene a los niños y a los padres, y en consecuencia la custodia compartida se está convirtiendo en imperativo legal, que ya casi lo es judicial. Porque el patriarcado sigue vigente -desde el feminismo apenas hemos conseguido resquebrajarlo- y su ley sigue imponiéndose, ahora que vivimos un peligroso retroceso social hacia comportamientos y valores reaccionarios, con una renovada virulencia. Abogada.